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jueves, 26 de julio de 2012

Día Internacional de los Manglares


Hoy 26 de Julio es el día de los manglares. Creo que esta celebración muestra que, como sociedades a nivel mundial, hemos entendido el valor económico y cultural que estos ecosistemas representan. Muchos son los servicios ambientales que proveen los manglares al hombre. Entre los más importantes o notorios se encuentran la regulación de perturbaciones, el abastecimiento y regulación de agua, la formación de suelos, el tratamiento de desechos y la producción alimenticia, así como servicios recreativos y culturales. Debería ser claro que con todos los beneficios que nos brindan, tendríamos que celebrar estos ecosistemas los 365 días del año.



Sin embargo, el reto es todo lo contrario. Según estudios del propio sector ambiental, en México la tasa de pérdida de manglares es alta (en promedio del 2.5% anual). Los manglares han sido considerados como zonas insalubres, de agua estancada y criaderos de mosquitos, sin ningún valor para la sociedad. Para mejorar estas áreas, los manglares se derriban y se convierten en desarrollos turísticos o granjas acuícolas. Aunque muchas investigaciones han aportado elementos sólidos del porque conservar manglares, la realidad es que la presión para transformar estos ecosistemas continua creciendo día a día, revelando el conflicto entre las estrategias para el “desarrollo económico” de regiones como Yucatán o la Península de Baja California, y la conservación de la naturaleza. El común denominador de estas iniciativas devastadoras, ha sido el argumento “que el carácter prohibitivo de talar manglares representa un freno para el desarrollo económico de muchas regiones del país”. Se ha comprobado que esta premisa carece de fundamento y, de hecho, se ha mostrado que el desarrollo costero puede ser perfectamente compatible con la protección de los humedales, en particular con la protección de manglares.



Esperemos que la preservación de manglares sea la base del desarrollo económico de México. Por lo pronto, seguimos trabajando con iniciativas como esta de “Manglares de México”, tratando de aportar nuestro granito de arena para demostrar que en lo referente a recursos naturales, siempre es más valioso conservar que reponer.

domingo, 24 de junio de 2012

Inmensa aridez




No soy muy aficionado a las emociones fuertes. No disfruto las grandes velocidades o alturas. De hecho, alguna vez me subí a un pequeño cerro a tomar una foto del paisaje y tuvieron que subir por mi para rescatarme. Pero bueno, había que tomar los bosques de manglar en la región de La Paz desde las alturas. En primer lugar, porque en estas zonas áridas el verde de los manglares resaltan entre los ocres del desierto y, ya que sólo reciben agua dulce durante una muy pequeña parte del año, el tamaño de estos bosques es muy pequeño. En segundo lugar, porque al ser la ciudad más grande en el sur de la península los manglares han sido destruidos casi al ritmo de su crecimiento. Quería documentarlo.

Contacté a mi colega Siddharta Velazquez quien tiene un pequeño ultraligero de dos plazas. Me dio unas cuantas recomendaciones y listo, tenía puesto los audífonos para comunicarme con él durante el vuelo y dos cámaras conmigo. Volamos toda la costa desde la ciudad hasta Pichilingue, para cruzar hasta la isla Espíritu Santo. Ahí, con la increíble luz del atardecer, pude captar cada uno de los diez bosques de manglar que hay en la cara oeste de la isla. Son espectaculares. Sus formas son muy peculiares y, efectivamente, el verde manglar parece un espejismo en esa inmensa aridez.






Al regreso del viaje, la imagen de la devastación. Decenas de casas iguales, con techos rojos y amarillos, dividen casi perfectamente a la mitad un bosque verde de manglar. Parecen cajas de zapatos acomodadas para guardar lo que sea. Averigüe que la compañía constructora taló los manglares en un fin de semana feriado. Como en ese entonces solamente se tenia que pagar una multa por destruir manglar, la compañía prefirió pagarla ya que era de tan sólo mil dólares la hectárea. Un valor tazado por el gobierno Mexicano, cuya estimación no es clara y por supuesto representa un valor muy por debajo de estimaciones internacionales que llegan hasta 100 mil dólares por hectárea.

Me sigue asombrando la capacidad de destrucción que tenemos, pero me asombra aún más, que el resultado de esa destrucción sea tan absurdo. Durante la temporada de huracanes, esas casas se inundan frecuentemente por estar en una zona de humedal. Además, sin la protección del manglar, los daños son cuantiosos, incluso puede llegar a la pérdida total, en aquellos años donde las lluvias son extraordinariamente fuertes. ¿Acaso el hombre no puede encontrar una manera más inteligente de construir?