Hoy 26
de Julio es el día de los manglares. Creo que esta celebración muestra que,
como sociedades a nivel mundial, hemos entendido el valor económico y cultural
que estos ecosistemas representan. Muchos son los servicios ambientales que
proveen los manglares al hombre. Entre los más importantes o notorios se
encuentran la regulación de perturbaciones, el abastecimiento y regulación de
agua, la formación de suelos, el tratamiento de desechos y la producción
alimenticia, así como servicios recreativos y culturales. Debería ser claro que
con todos los beneficios que nos brindan, tendríamos que celebrar estos
ecosistemas los 365 días del año.
Sin
embargo, el reto es todo lo contrario. Según estudios del propio sector
ambiental, en México la tasa de pérdida de manglares es alta (en promedio del
2.5% anual). Los manglares han sido considerados como zonas insalubres, de agua
estancada y criaderos de mosquitos, sin ningún valor para la sociedad. Para
mejorar estas áreas, los manglares se derriban y se convierten en desarrollos
turísticos o granjas acuícolas. Aunque muchas investigaciones han aportado
elementos sólidos del porque conservar manglares, la realidad es que la presión
para transformar estos ecosistemas continua creciendo día a día, revelando el
conflicto entre las estrategias para el “desarrollo económico” de regiones como
Yucatán o la Península de Baja California, y la conservación de la naturaleza.
El común denominador de estas iniciativas devastadoras, ha sido el argumento “que el carácter prohibitivo de talar
manglares representa un freno para el desarrollo económico de muchas regiones
del país”. Se ha comprobado que esta premisa carece de fundamento y, de hecho,
se ha mostrado que el desarrollo costero puede ser perfectamente compatible con
la protección de los humedales, en particular con la protección de manglares.
Esperemos
que la preservación de manglares sea la base del desarrollo económico de México.
Por lo pronto, seguimos trabajando con iniciativas como esta de “Manglares de
México”, tratando de aportar nuestro granito de arena para demostrar que en lo
referente a recursos naturales, siempre es más valioso conservar que reponer.
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